miércoles, 14 de enero de 2009

Un lago con changos cerca del mar

Me dí mis vacaciones. No debí, pero a las 21:30 hrs del 06 de enero guarde el trabajo, lo envié y cerre la compu. Salí corriendo para recoger a Daya en el Instituto y de ahí a casa pa' dejar el coche. Eso era peligroso dada mi habilidad al volante y 48 horas sin dormir. Mi papá nos dejó en la Central Camionera. Creí llegar a punto... pero Israel era lo suficientemente precavido para decirme que el camión salía más temprano. Lo llamo, aún está en su casa. Espero sentada en la maleta, mientras Daya me pregunta ¿por qué? ¿por qué Araceli? Yo no sé. Yo sólo suelo superarlo. Pasa. Después de berrear durante periodos intermitentes de la tarde, Daya ha entrado a una fase hipomaniaca. Nos reímos pubertamente. El amigo llega y tomamos un horrible ADO hacia Catemaco. ¿Por qué a Catemaco? Nadie lo sabe con certeza. Cuatro días antes el destino planeado era una playa con nombre extraño en Jalisco, tres días antes Maruata, pero con algunas copas encima la comunidad habíase decidido por Catemaco en la fiesta de cumpleaños de Jimena... Un filósofo desconocido comentó en el momento correcto la alternativa. 'Catemaco' sonó lo suficientemente kitsch para emocionar a la banda. Decíase que había playas cerca.

El resto habían salido dos días antes. Pero Israel se había quedado dormido y yo tenía que entregar el examen. Daya se había aunado al plan ante el inminente riesgo de tirarse al metro si seguía en esta ciudad.

Llegamos a Catemaco. Israel decidió pasar 2 horas en un café internet planeando el viaje... Playas, restaurantes, tiempos... Juancho sin señal de celular. Daya temerosa en su rol de tercer Beatle. Yo me sentía extraña. Afortunadamente Juancho llamó, estaba en Catemaco. Israel había ya decidido que era mejor no buscarlo, muy a pesar nosotras, las impotentes. Y nos encontramos con Juancho y la banda. Eran ellos dos parejas, una de las cuales llevaba a sus vástagos Milú y Meinard, un par de perrotes que hicieron mis vacaciones (me enamoré de Milú). Ahora Daya temía resultar el séptimo Beatle... Conocimos Catemaco y nos hospedamos en un lugar 'ecoturístico' camino a la playa. El dueño resultó ser un boxeador chilango. Cuenta que le robaron el pase a los Olímpicos del 68. Tendrá unos 50 y tantos años. Nos renta una cabaña con bordes pintados en dorado, dos pisos y dos camas matrimoniales. ¿La ventaja? Nos deja meternos a todos ahí, incluyendo los perros. Además, un árbol que daba unas toronjas de no creer. Acomodarnos fue divertido. Lo primero que hice fue bañarme. Llevaba dos días, casi tres, sin hacerlo. Creo que eso influyó en que decidiera sentarme al lado de Daya en el camión. Israel es al respecto algo obsesivo, me daba pena que oliera mis jugos. ¿Pena? ¡Sí, aunque no parezca! Después de años de encuentros y desencuentros el amigo merece respeto ante sus manías. La cena fue deliciosa. Una chica de menos de 20 años resultó ser la cocinera, la aplicadora de masajes y la también esposa del ex-boxeador. Ella sí era local.

Al siguiente día conocimos las islas en medio del lago y vimos los changos que las habitan: los nativos y los traidos experimentalmente. Israel parecía sorprendido por todo. Ha pasado demasiado tiempo guardado en el Hospital. Cada árbol era el más impresionante que había podido contemplar en su vida... jajaja. Con la cámara en mano parecía turista japonés. Clic clic. Otra, otra. En serie ahora. Luego a buscar playa virgen. Nos quedamos en Icacos. El mar se veía increíblemente azul para ser Veracruz. Estaba enmarcado por selva. Bello, bello. Lo mejor: la playa era nuestra. Sólo había un hotel-restaurantito. Finalmente, optamos de nuevo por el hacinamiento. Rentamos otro cuarto ahora con tres camas y separado en dos secciones. Para entonces la banda estaba cansada de poner y quitar tiendas de campaña.

Sólo restó la playa con el pedazo de un enorme mar que le correspondía sin ser suyo... Así me pasó y no entendí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario