martes, 27 de enero de 2009

Un pájaro puede, si quiere, ponerse a llorar

Ceno hoy lo que preparó mi mamá el fin de semana. No lo ha dicho pero sé, que fue ante el aviso de mi visita, que preparó mi 'menjurge' preferido. Aunque estoy bien, extraño su blablear mientras mastico. Extraño las nuevas futiles del vecino, del perro, de la colonia de gatos que vive en los alrededores. Extraño casa, la propia. Pero el tiempo ha pasado... no puedo ya sentarme a esa mesa jugando el mismo rol. Ya no. No puedo volver, mas que de visita.

No puedo volver, sino a recordar.

"Y juegan al mundo, a la historia, a la vida común. Ahí se destrozan, se besan, se van. Con viejas costumbres que a diario se dan. Y un pájaro pasa y se pone a llorar. Y el viejo y el niño le caen a pedradas los dos..." (Generaciones, Silvio Rodríguez)

lunes, 26 de enero de 2009

Inercia

Ya hace tiempo que no escribía, probablemente porque me encontraba confortable. Pero hoy tengo una tremenda gripa, de esas que te ponen incómodas las entrañas. A pesar de mi fé en los AINE's no me siento bien. He pasado dos días recostada viendo películas y escuchando música. Me duele bofamente. Es una inercia ya cansada. Y pienso en cosas incómodas... en la incertidumbre, en el futuro, en tanto que hacer en tan poco tiempo, y yo agripada. El techo en blanco es mala musa. Pero hoy no he de pintarle nada.

miércoles, 14 de enero de 2009

Un lago con changos cerca del mar

Me dí mis vacaciones. No debí, pero a las 21:30 hrs del 06 de enero guarde el trabajo, lo envié y cerre la compu. Salí corriendo para recoger a Daya en el Instituto y de ahí a casa pa' dejar el coche. Eso era peligroso dada mi habilidad al volante y 48 horas sin dormir. Mi papá nos dejó en la Central Camionera. Creí llegar a punto... pero Israel era lo suficientemente precavido para decirme que el camión salía más temprano. Lo llamo, aún está en su casa. Espero sentada en la maleta, mientras Daya me pregunta ¿por qué? ¿por qué Araceli? Yo no sé. Yo sólo suelo superarlo. Pasa. Después de berrear durante periodos intermitentes de la tarde, Daya ha entrado a una fase hipomaniaca. Nos reímos pubertamente. El amigo llega y tomamos un horrible ADO hacia Catemaco. ¿Por qué a Catemaco? Nadie lo sabe con certeza. Cuatro días antes el destino planeado era una playa con nombre extraño en Jalisco, tres días antes Maruata, pero con algunas copas encima la comunidad habíase decidido por Catemaco en la fiesta de cumpleaños de Jimena... Un filósofo desconocido comentó en el momento correcto la alternativa. 'Catemaco' sonó lo suficientemente kitsch para emocionar a la banda. Decíase que había playas cerca.

El resto habían salido dos días antes. Pero Israel se había quedado dormido y yo tenía que entregar el examen. Daya se había aunado al plan ante el inminente riesgo de tirarse al metro si seguía en esta ciudad.

Llegamos a Catemaco. Israel decidió pasar 2 horas en un café internet planeando el viaje... Playas, restaurantes, tiempos... Juancho sin señal de celular. Daya temerosa en su rol de tercer Beatle. Yo me sentía extraña. Afortunadamente Juancho llamó, estaba en Catemaco. Israel había ya decidido que era mejor no buscarlo, muy a pesar nosotras, las impotentes. Y nos encontramos con Juancho y la banda. Eran ellos dos parejas, una de las cuales llevaba a sus vástagos Milú y Meinard, un par de perrotes que hicieron mis vacaciones (me enamoré de Milú). Ahora Daya temía resultar el séptimo Beatle... Conocimos Catemaco y nos hospedamos en un lugar 'ecoturístico' camino a la playa. El dueño resultó ser un boxeador chilango. Cuenta que le robaron el pase a los Olímpicos del 68. Tendrá unos 50 y tantos años. Nos renta una cabaña con bordes pintados en dorado, dos pisos y dos camas matrimoniales. ¿La ventaja? Nos deja meternos a todos ahí, incluyendo los perros. Además, un árbol que daba unas toronjas de no creer. Acomodarnos fue divertido. Lo primero que hice fue bañarme. Llevaba dos días, casi tres, sin hacerlo. Creo que eso influyó en que decidiera sentarme al lado de Daya en el camión. Israel es al respecto algo obsesivo, me daba pena que oliera mis jugos. ¿Pena? ¡Sí, aunque no parezca! Después de años de encuentros y desencuentros el amigo merece respeto ante sus manías. La cena fue deliciosa. Una chica de menos de 20 años resultó ser la cocinera, la aplicadora de masajes y la también esposa del ex-boxeador. Ella sí era local.

Al siguiente día conocimos las islas en medio del lago y vimos los changos que las habitan: los nativos y los traidos experimentalmente. Israel parecía sorprendido por todo. Ha pasado demasiado tiempo guardado en el Hospital. Cada árbol era el más impresionante que había podido contemplar en su vida... jajaja. Con la cámara en mano parecía turista japonés. Clic clic. Otra, otra. En serie ahora. Luego a buscar playa virgen. Nos quedamos en Icacos. El mar se veía increíblemente azul para ser Veracruz. Estaba enmarcado por selva. Bello, bello. Lo mejor: la playa era nuestra. Sólo había un hotel-restaurantito. Finalmente, optamos de nuevo por el hacinamiento. Rentamos otro cuarto ahora con tres camas y separado en dos secciones. Para entonces la banda estaba cansada de poner y quitar tiendas de campaña.

Sólo restó la playa con el pedazo de un enorme mar que le correspondía sin ser suyo... Así me pasó y no entendí.

lunes, 5 de enero de 2009

Extreme ways

Parece soy adicta a dejarme arrastrar pasivamente a las orillas. Es ahí donde la acción empieza. Busco la cercanía a los límites y finales. Deadlines: Un juego atractivamente vital, evitarlos en tanto sea posible. Son los últimos milímetros que se estira una liga los que más el estómago re-siente. Se trata de restringir temporalmente la propia memoria. Concentrarse en el specious present. Trazar una asíntota preventivamente y luego olvidar que lo hemos hecho. Memoria tan a corto plazo como para dejar de serlo. Entre inmediatez y memoria está el terreno en el que sólo yo noto que me muevo. Se trata, de nuevo, en creer la existencia cercana de un riesgo fatal. Obtener así la promesa secreta de eternidad por parte del deseo. Promesa, para siempre, de cosquilleo visceral. Huele cada vez más a final. Huele a que estamos muriendo. Y el olor anticipado a propia podredumbre puede resultar excitante, cierto. Pero me voy porque no queda suficiente tiempo: 06 de enero.

Para los polvos efervescentes por golosina.

sábado, 3 de enero de 2009

Suerte

No he ido de compras. Esperaba las ofertas para abastacerme y retribuir a aquellos amigos que me dieron regalos de Navidad (y de cumpleaños, je). El día de entrega del mentado examen está tan cerca y yo voy tan atrasada que lo más probable es que tenga que alcanzar a mis amigos en la playa, si es que los alcanzo. Ni compras, ni playa; pero, la vida me sonríe el día de hoy: ¡Encontré un bigote de gato! Verdadero, inconfundible. No tuve que arrancarlo. Se sienten bien sus cosquillas. Bigote-Cara-Estornudo. Tantas cosas qué hacer con mi bigote de gato (suspiro)... Pero, por el momento, ¡a la Epistemología! o tampoco podré ir a la fiesta de la novia de Juancho.

viernes, 2 de enero de 2009

Tragedia

Hoy he descubierto que mis dedos son más rápidos que mi cerebro. ¿Culparemos a la maestra de mecanografía o a mis padres por falta de estimulación temprana? mmm... denme tiempo

jueves, 1 de enero de 2009

Sedienta

Dijo Alejandra: "Agua que no has de beber no la dejes correr hacia Araceli" Jajajaja... (risa malévola)