miércoles, 31 de diciembre de 2008

LA MAREA ea

El tiempo ha pasado últimamente muy rápido, entre los amigos. Los he re-re-...-encontrado. Creo que ya están acostumbrados. A que desaparezca de repente y un día vuelva como gato. Me meta por las ventanas sigilosamente a sus vidas, y haga como si nunca me hubiese ausentado. "Claro... tu novio, el hospital, el trabajo, los planes". Los médicos (la gente, en general) no cambiamos tan rápido. Puedo aún leer sus labios. Puedo aún seguirles el paso. Supongo que es un pacto. Deben ya estar acostumbrados a verme desaparecer llevada sin oposición por la corriente. "Adiós, para siempre adiós" "Sí, adiós Ara. Durante el resto de la eternidad ten cuidado...". Saben que cada vez, siempre, pienso es la decisiva. Luego, cuando la marea me vuelve a este lado, es cada vez menos mi asombro. Pero también cada vez más me sorprende encontrar una sonrisa con mi nombre en sus labios. Los brazos abiertos, sin preguntas, nada malo ha pasado. Sigamos caminando. En medio de una tarde de risas - ¿Qué te pasa niña, por qué te has callado? - El mar me ha salado. - Es mejor así, para que al sol aguantes sin pudrirte el resto del verano.

Gracias. No es que los hubiese extrañado. Estaba lo suficientemente obsesionada con llegar al final del mar, para poco recordarlos. Es ahora cuando disfruto su compañía que me pesa tanto haberme alejado. Otra pasión me arrastraba. Sí... otra. Y sabemos que, afortunada o desafortunadamente, no ha de ser la última. Sin embargo, les juro, son sus nombres los que se quedan para siempre grabados.

Para (en orden alfabético): Alejandra, Alex, Alma, Damave, Erik, Evelyn, Israel, Juancho, Presbo; y desde la última marea: Iskra y Teresa.

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